Primero fueron los grandes bancos. Ahora General Motors, Chrysler y Ford quieren 25.000 millones de dólares de rescate, que les permitan evitar un eventual colapso. ¿Rescate justo o una prueba más del crony capitalismo imperante?
El rescate financiero -intervención indebida del Estado en el mercado, según algunos hace un tiempo atrás- en Estados Unidos y otros países como Inglaterra fue posteriormente justificada de diversas formas: "Se salvaba una parte importante del sistema económico"; "se evitaba llegar a la crisis"; "se evitaba el paso de la crisis financiera a la economía real"...etc.
Lo anterior puede ser en parte cierto, pero también sería bueno tener presente que por ejemplo, "antes de que estallara la presente crisis económica ya se decía que el auténtico poder económico de Estados Unidos y, por lo tanto, del mundo entero era Goldman Sachs. Dos años después, esa opinión se convirtió en una certeza demostrada. Mira por dónde –qué casualidad– el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, que anteriormente era el presidente de Goldman, hizo aprobar un plan de compra estatal de hipotecas por valor de 700.000 millones de dólares titulizados".
Probablemente y no por nada, un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos acusó a las agencias calificadoras de riesgo de haber abusado de la confianza en ellas y de ignorar las señales que anticipaban la crisis actual.
Sin embargo, algunos dijeron que la culpa fue exclusivamente por la intervención del Estado al establecer leyes como la Ley Gramm-Leach-Bliley, firmada en noviembre de 1999 por el presidente Clinton, o la ley federal de 1995, la Community Reinvestment Act (CRA).
Pero lo cierto es que un informe del grupo Common Cause "muestra de qué modo los banqueros y corredores de bolsa impidieron que los legisladores prohibieran los préstamos insostenibles.
Incluso John N. Gray, considerado por muchos un discípulo de Hayek, ha dicho que la grave situación de los mercados financieros estadounidenses se debe a que los bancos han trabajado en unas condiciones de libertad absoluta creadas por esos mismos legisladores.
Ahora, GM, Ford y Chrysler, las tres mayores fábricas de automóviles estadounidenses pidieron al Congreso asistencia por US$25.000 millones".
Las razones enarboladas para pedir tal intromisión del gobierno, del Estado, en la economía y los asuntos privados de una empresa: se encuentran en una situación precaria, en parte por la desaceleración económica, mala administración y pocas posibilidades para prestar dinero debido a la crisis crediticia.
La situación sería tal que se ha llegado al extremo de plantear que General Motors podría declarar su quiebra dentro de dos o tres semanas más, cuando se quedaría sin financiamiento y sin capital propio para operar.
Lo cierto es que la crisis de ventas de GM, Ford y Chrysler, proviene de mucho antes de la crisis actual y está agravada desde el año 2005.
¿Entonces qué implica esta petición de rescate, más allá de pretender salvar una parte importante del sistema económico o evitar el paso de la crisis financiera a la economía real? Veámos lo cierto, detrás de todo esto.
Lo principal y más concreto es que el paquete de rescate bancario de US$700.000 millones de dólares, fue hecho con el dinero de los ciudadanos, pero a favor de algunos pocos, mediante una intervención nunca antes vista. "Hasta hace poco nos decían que 6.000 millones de dólares eran demasiados para proteger la salud de nueve millones de niños estadounidenses que no tienen cobertura sanitaria. Y ahora, lanzan la casa por la ventana para salvar el culo a sus amigos", afirmó Arun Gupta.
Mientras tanto, se comienzan a detectar irregularidades tales como que Quince ejecutivos de Wall Street cobraron 100 millones cada uno en plena crisis, por compensaciones y dividendos de acciones mientras se gestaba la actual crisis de mercados financieros.
En este sentido, el Congreso de EE.UU. y el FBI, ya estaban investigando posibles fraudes y el por qué los directores de los bancos que tuvieron que renunciar a sus cargos debido a las fuertes pérdidas sufridas por la crisis de las subprime recibieron millonarias compensaciones.
Michael Hudson habla de "acusaciones de fraude lanzadas por los fiscales generales de 11 estados contra prestamistas rapaces como Countrywide o Wachovia, la compra de los cuales fue motivo de tanto orgullo por parte de Citibank, JP Morgan Chase y Bank of America".
A pesar de todas estas eventualidades e irrgeularidades en el Capitalismo Avanzado, la asistencia social por parte del Estado para las empresas financieras, a costa del dinero de los contribuyentes, no demoró mucho.
Lo cierto es que, como plantea George Monbiot, "la asistencia social prestada a las corporaciones es un rasgo consistente del capitalismo avanzado".
En Inglaterra, bajo esa misma lógica del capitalismo avanzado, el partido conservador -el de Margaret Thatcher, acérrima defensora de la libertad económica- le pedía al gobierno que el paquete de rescate incluyera límites en los bonos para los ejecutivos de las entidades financieras. Todo a costa del dinero de las personas comunes y corrientes.
Como también plantea Joan Subirats, hay "socialismo para los bancos, neoliberalismo conservador para la gente".
Como indica Monbiot, "los jefes de las empresas farmacéuticas, prospectoras de petróleo, supermercados y bancos se hacen con los fondos que saca el gobierno de los bolsillos de gente mucho más pobre que ellos mismos".
Quizás por eso, y en un paradójico temor, el senador republicano Jeff Sessions declaró –ante la petición de ayuda de las automotrices, que: "Una vez crucemos la frontera entre las instituciones financieras y las grandes empresas entonces ¿quién establecerá un límite?".
Como plantea Michael Hudson, "seguimos esperando una respuesta pública al problema de cómo amortizar las deudas. El interés económico de quién deberá sacrificarse: ¿el de los deudores, como ha venido ocurriendo durante los últimos ocho siglos; o el de los prestamistas, que han luchado para crear una economía neoliberal controlada por el sector financiero?"
Lo cierto y más paradójico es que un informe del Cato Institut -favorito de algunos seudoliberales que niegan estas cosas- y cuyo autor es Stephen Slivinski, "estima que en el año 2006 el gobierno federal se gastó 92.000 millones de dólares en subvenciones al sector de negocios. Buena parte de ello se destinó a importantes empresas como Boeing, IBM y General Electric", como explica el mismo Monbiot.
Así, desde 1991 por ejemplo, IBM, General Electric, Dow Chemical, Caterpillar, Ford, DuPont, General Motors, Chevron y Monsanto han obtenido cientos de millones de dólares del programa de Tecnología Avanzada del gobierno federal estadounidense.
Pero Monbiot nos muestra algo más grave, "un nuevo documento del Institute for Policy Studies norteamericano muestra que a través de una serie de astutas lagunas fiscales y de contabilidad, los Estados Unidos gastan 20.000 millones de dólares al año subvencionando los sueldos de los ejecutivos".
Como ha planteado el economista Robert Samuelson, enormes "recompensas inmediatas" para la crema de Wall Street, "les cegó ante los peligros a largo plazo" inherentes a los tremendos riesgos que estaban corriendo – con el dinero de otros. Lo más probable es que terminen dándole esos 25 mil millones a las tres grandes automotrices.
Es probable que se salven muchos empleos, eso es cierto. Pero también es cierto que, tal como plantea George Monbiot "No hay y nunca ha habido libre mercado en los Estados Unidos".
En eso coincide Lester Thurow, quien ante los escándalos del 2002 en EE.UU. ya decía: "La mejor solución es advertir a los pequeños inversores que el juego está arreglado de antemano. Ningún inversor particular, por mejor informado que esté, puede jugar al mismo nivel que los inversores institucionales, las firmas de Wall Street y los ejecutivos corporativos...es fraudulento pretender que se pueden impedir nuevos escándalos financieros".
Los sermoneadores del libre mercado llevan mucho tiempo aplicando el Estado de Bienestar para ricos
George Monbiot
George Monbiot
Rescate para unos pocos, esclavos de la deuda el resto
Michael Hudson
Michael Hudson