En un
artículo escrito por Gonzalo Letelier, El error liberal y la politicidad de
la familia, se plantea que los liberales, debido a su supuesto atomismo,
pondrían en riesgo a la familia como núcleo de la sociedad, al obviar su
politicidad como eje de todos los asuntos. No obstante,
el escrito –que se acerca a las críticas comunitaristas- parte de algunas
premisas un tanto dudosas en cuanto al Liberalismo.
Efectivamente,
los liberales son metodológicamente individualistas.
Pero al contrario de lo
que plantea Letelier, no niegan la existencia de relaciones y vínculos entre
los individuos que interactúan. De hecho, reconocen en ese proceso de
interacción, constantes influencias recíprocas en cuanto a valores y objetivos.
Por lo mismo, los liberales plantean la posibilidad de llegar a establecer
criterios justos de aplicación mutua, de manera cooperativa, voluntaria y
pacífica. De
ahí la promoción del axioma de no agresión, la autonomía personal, y la defensa
de los libres intercambios entre las personas, individuos o como quiera
denominarse al ser humano.
Lo
que los liberales cuestionan es la idea de una sociedad como entidad u órgano con
conciencia o voluntad propia, y por tanto con la facultad y el derecho de
imponer sus criterios -por medio de la fuerza- sobre las personas. En ese
sentido, el individualismo liberal se opone al colectivismo.
Como bien
explica Rothbard (Seis mitos sobre el liberalismo):
“El liberalismo, es una teoría que afirma que cada individuo debe estar libre
invasiones violentas, debe tener derecho para hacer lo que quiera excepto
agredir a otra persona o la propiedad ajena. Lo que haga una persona con su
vida es esencial y de suma importancia, pero es simplemente irrelevante para el
liberalismo”.
Como se
puede apreciar, el liberalismo se refiere a los límites que debe tener el
ejercicio del poder político en cuanto monopolio de la fuerza, no a los fines o
valores que cada persona y sus familias respectivas, tienen y determinan en la
vida. Es una teoría política, no moral.
En base a lo
anterior, los liberales consideran que la familia, como espacio conformado y originado
en la interacción voluntaria y cooperativa entre sujetos concretos con morales
particulares, no puede estar supeditada ni sometida a lo que los líderes, la “sociedad”
o el Estado, dicten como moral o modus vivendi colectivo en un momento dado.
Para los
liberales, la familia sería el espacio de mayor autonomía y libertad para las
personas. Ahí radica la idea liberal de neutralidad estatal, surgida en medio
de las guerras de religión, en relación a súbditos organizados en diversas
familias con creencias diversas. Tal principio plantea que ningún gobernante
puede imponer -menos por fuerza- sus credos particulares. Por ende, no debe
imponer de manera arbitraria un modus vivendi en base a una particular noción
del bien común.
El principio
de neutralidad es coherente con la idea de no intromisión del Estado en nuestra
vida privada, en cuanto a qué rezamos, qué vemos, qué leemos, qué comemos, qué escribimos,
con quién nos reunimos, qué hablamos y qué pensamos. Por ende, también en cuanto
a cómo y con quién llevamos adelante nuestra vida –nuestra primera posesión- en
definitiva. Es decir, es coherente con el principio de autonomía individual.
En ese
sentido, Letelier olvida que son sujetos autónomos en acuerdo con otros sujetos
autónomos, lo que conforman familias de
forma libre y voluntaria en base a sus intereses, deseos y creencias comunes. Sobre
todo, en base a sus personales sentimientos mutuos. Las personas no conforman
familia en base a los dictámenes de una mayoría, una colectividad, una élite, la
sociedad o el Estado.
Como
Letelier no toma en cuenta este detalle, no es raro que considere que el
liberalismo es contrario a la familia y su politicidad. Es decir, a su particular
concepción de politicidad familiar, que estaría ligada con la idea de “familias
sanas” en función de que “cada sociedad cumpla por sí misma sus fines propios”.
En la
concepción de Letelier, sólo las familias sanas estarían acordes a los fines de de la sociedad. Sólo éstas
estarían llevando a cabo su plena politicidad.
Pero ¿Cuáles
son los fines propios de la sociedad?¿Qué es una familia sana? ¿Cómo promueve
el Estado una familia sana?
Aquí hay un
detalle importante, cualquier familia considerada “insana” –por no se sabe
quién- sería contraria a los valores de la sociedad o el bien común. Por tanto
sería anti-política. Y ya sabemos lo que surge del hecho de concebir a ciertos
grupos o individuos como contrarios a los valores –de turno- de la sociedad o
el bien común.
Contrario a
lo que dice Letelier, los principios liberales son promotores de la familia y
su eticidad, en mayor medida que aquellas sociedades tribales, tradicionalistas
o fundamentalistas. Lo son al defender la libertad de asociación de los
sujetos, en base al apoyo mutuo, sin depender de principios morales,
ideológicos o de cualquier otra índole, sino en base a su condición de personas
individuos, o seres humanos.
1 comentario:
Siempre es interesante aprender cosas nuevas y sobre todo me gusta saber sobre las ideologías políticas que llevan a cabo en los países. Hace poco me hacia la pregunta sobre que es liberalismo y por eso trato de buscar en internet las fuentes para responderla
Publicar un comentario